LO INESPERADO DE LA TRAGEDIA DEL CORONAVIRUS
El horror y el espanto
La vida es una permanente exposición a lo inesperado, vivimos como si nuestra realidad y nuestras rutinas y seguridades estuvieran básicamente bajo control, cuando hay acontecimientos que tienen lugar de forma violenta, que producen miedo intenso y sentimientos que no tienen que ver con el miedo pero que se originan por sucesos espantosos y realidades que la mente, aun teniendo capacidad de comprender, no tiene posibilidad de procesar racional y emocionalmente. En estas ocasiones, se produce un efecto tan terrible en la persona, que ésta queda bloqueada, siendo incapaz de integrar la experiencia.
Convivimos con sucesos inesperados, de hecho muchas de las cosas importantes que suceden aparecen sin que se hayan buscado y tendremos que elaborar duelos. Vivimos en el reino de lo inesperado. Pero hay realidades que van más allá de lo inesperado, entran en el mundo del horror, de lo monstruoso. Es algo que podemos comprender racionalmente, no es sobrenatural, si hubiera sido esperable probablemente habríamos desarrollado mecanismos para enfrentarlo. Pero no, aún siendo comprensible era impredecible y, por tanto psicológicamente improcesable y, por el momento, imposible de elaborar y superar los duelos que conlleva.
LA ILUSIÓN DE PREDECIR
“Actuamos como si fuéramos capaces de vaticinar los hechos o como si pudiésemos cambiar el curso de los acontecimientos»
Nuestra mente no es capaz de anticipar este tipo de realidades. Por supuesto que no podemos vivir bajo el espanto de tratar de anticipar y predecir horrores como el presente.
Los científicos tratan de anticipar e investigar. Stephen Hawking alertó en algunas de sus conferencias y escritos sobre los peligros que el ser humano podía encontrar si no ponía los medios para realizar una investigación constante sobre el mundo de los virus. Tal vez hemos invertido más en el desarrollo de políticas y otras realidades mucho menos importantes para el ser humano. Stephen Hawking manifestó en una entrevista con un periódico británico en octubre de 2001 que «A largo plazo estoy más preocupado por la biología. Las armas nucleares necesitan grandes instalaciones, pero la ingeniería genética puede hacerse en un pequeño laboratorio… »
Lo más terrible no es la magnitud de nuestra falta de predicción, sino la falta de conciencia que tenemos de ello. Y esto es aún más preocupante cuando nos metemos en conflictos mortales; Las enfermedades son fundamentalmente imprevisibles, y un fenómeno como el coronavirus nos va a obligar a tomar conciencia de la importancia de la investigación biomédica y tratar de descubrir las estrategias para su prevención y tratamiento.
Esta investigación biomédica debería ir de la mano de la investigación en ámbitos como la sociología o la psicología,
de tal forma que al enfrentar pandemias como el coronavirus, hubiéramos desarrollado avances en el abordaje de daños psicológicos causados por este tipo de acontecimientos, de forma que las políticas de salud, la organización del sistema y el desarrollo de la ciencia en estos ámbitos, pueda ser efectiva a la hora de responder a los terribles efectos producidos, a los daños , necesidades y demandas de la población.
No se puede saber el alcance de lo que sucede a nuestro alrededor en todo momento. Steve Jobs, fundador de Apple, explicó en un célebre discurso en 2005 a los recién graduados de la Universidad de Stanford, que «muchos acontecimientos inesperados que suceden en la vida de cualquiera, adquieren todo su sentido cuando se contemplan en perspectiva». Pero acontecimientos como la pandemia del coronavirus podrá llegar a tener alguna enseñanza que compense los estragos producidos?
Es difícil para todos nosotros comprender como algo tan terrible como está siendo el coronavirus, con la cantidad de muertes, enfermos, hospitales desbordados, familias separadas en su último momento de la vida, pacientes que mueren solos, ,.. pueda tener alguna enseñanza que pueda compensar el sufrimiento que está suponiendo, el espanto que está viviendo la población mundial.
El ser humano se aferra de forma natural al mundo conocido, a lo previsible. A medida que nos convertimos en adultos, solemos hacer las mismas cosas y esperamos resultados que nos son familiares. Esto nos produce una sensación de control que aporta calma,
Lo que en psicología se ha etiquetado como “zona de confort” fue definido por Brené Brown, investigadora social de la Universidad de Houston, como aquel territorio donde la incertidumbre, la escasez y la vulnerabilidad son mínimos, es decir, donde creemos que hay espacio suficiente para el amor, la comida, el talento, el tiempo o la admiración, “Un lugar donde creemos tener algún control”. La vida está llena de imprevistos, esa seguridad es una ilusión,
Podemos tolerar acontecimientos inesperados, pero no estamos preparados para horrores como el que la humanidad está viviendo.
Enfrentarse a situaciones graves nos impulsa a sacar lo mejor de nosotros mismos, como individuos y como sociedad. Lo inesperado, cuando la mente eento de buscar argumentos que justifiquen lo sucedido, de debates políticos o búsqueda de culpables.
Juntos iremos saliendo del espanto y el dolor, enfrentando y poniendo soluciones, en la medida de nuestras posibilidades, aceptando y superando la realidad vivida, elaborando el duelo por personas queridas, la perdida de trabajo, la desaparición de recursos personales, familiares, sociales,… volveremos a recuperar progresivamente la confianza en la vida y saldremos adelante. Qué habremos aprendido? Esa respuesta aún no la tenemos.
Si necesitas recuperarte de las consecuencias psicológicas de esta pandemia, te podré ayudar en mi consulta .
https://www.rtve.es/noticias/20200322/advertencia-psicologos-sobre-confinamiento-hay-proteger-mente-para-no-derive-ansiedad-depresion/2010403.shtml?fbclid=IwAR3UFb8yEIRzOJ3QeD_uaW1lKJG_67jTyNn06BPRbgnbB9Jhjdzb8YCCjMos capaz de pensarlo, analizarlo y tomar determinaciones sobre cómo actuar en función de los recursos a su alcance, nos hace crecer. No es ahora el mom
No, no estabamos preparados. Tendremos que ir inventando juntos.
Un beso y un fuerte abrazo
Alejandro